Oración Final para todos os días
Bienaventurado San Adrián,
invicto y glorioso mártir de Jesucristo
que, despreciando las dignidades humanas,
las pompas del mundo
y los bienes todos de la tierra,
te abrazaste con la humildad, la pobreza y los dolores de Cristo
y preferiste la paternal compañía de los santos mártires
a las peligrosas y vanas amistades de la Corte Imperial
y los tormentos del martirio
a todos los placeres de la tierra
Fervorosamente te pedimos nos concedas la gracia de ser fieles imitadores
de todas las virtudes, de un modo especial,
de tu valor en las luchas contra los enemigos de nuestra fe
y el remedio de todas nuestras necesidades espirituales y corporales
para que después de haber confesado valerosamente,
como tú, a Cristo en la Tierra,
merezcamos y gocemos con la corona prometida a los que vencen,
en el cielo por toda la eternidad. AMEN.